10 de mayo de 2008

Almonte se llena de devoción para esperar la salida de la Virgen

Tres días de Camino. Tres días de sentimientos contenidos. Tres días de alabanzas a la Virgen junto a su simpecado. Y los romeros llegaron a La Aldea para esperar la salida la madrugada del domingo de la Virgen del Rocío. Después de una larga noche en Guaperal, donde los rocieros apuraron hasta las últimas horas de la madrugada para cantarle al simpecado bajo un cielo lleno de estrellas, los romeros levantaron el campamento muy temprano. Primero lo hicieron la Hermandad de El Rocío de La Línea y Chiclana, que antes de la once de la mañana había despejado la amplia superficie que ocupaban.

Mientras, el director espiritual de la hermandad de Cádiz, el padre Óscar Esparragosa, preparaba la mesa eucarística ante la carreta del simpecado. Pasadas las once se iniciaba la celebración de la eucaristía breve, pero intensa. El sacerdote insistió en los motivos que habían llevado a los romeros a hacer este peregrinaje «duro pero lleno de satisfacciones». Además, el director espiritual invitó a los hermanos que realizasen las peticiones de manera espontánea y, cuando terminó la misa, a que diesen las gracias por lo que quisieses, «porque la eucaristía no es sólo un acto de penitencia».

Tras la misa, se rezó el ángelus cantado y, a continuación, se celebraron los bautizos de los romeros que realizaban el primer camino andando. A la una de la tarde salió la caravana, que se situó tras La Línea y detrás, Arcos. Casi dos horas después, y tras varias «parás» en el itinerario que sirvieron para secar la garganta del polvo de las arenas, la Hermandad del Rocío de Cádiz celebró su último almuerzo de convivencia a las puertas de salida del Coto de Doñana. Mientras los rocieros comían, pasó por la «rodá» la hermandad de Arcos, de nuevo fue saludada con vivas y con aplausos, demostrando el apoyo de Cádiz al incidente con la carreta del simpecado el martes.

Y la salida del Coto de Doñana, a las cinco de la tarde, se realizó de manera especial. Muchos hermanos decidieron acompañar al simpecado, junto a la carreta, en el último tramo de varios kilómetros que separaban a la hermandad de El Rocío. Un camino se hizo especialmente duro porque varias partes de las arenas estaban enfangadas y el resto había arena muy profunda.

Mucha alegría

Y llegó Cádiz, a las cinco de la tarde, recibida por olés por los rocieros que se encontraban a las puertas de la aldea. Tras pasar por delante de la ermita, los rocieros gaditanos siguieron su camino que les llevaba a su casa de hermandad, en la calle El cohetero, siendo saludados por la hermandad de Pozuelo de Alarcón, Valencia y San Fernando. A las cinco y veinte de la tarde, y bajo el sonido de las campanas de la capilla de la casa de hermandad de Cádiz. Fue entonces cuando los rocieros gaditanos no pudieron contener las lágrimas y dieron gracias por estar de nuevo un año más en El Rocío.

A las seis de la tarde los romeros empezaron a descargar sus coches que se habían convertido en una vivienda durante los últimos días. Y llego la alegría, a pesar del cansancio. Los rocieros comenzaron a tocar las palmas, a convivir en hermandad y a repartir todo lo que tenían para los demás.

Hoy, desde las doce de la mañana, tendrá lugar la presentación de las hermandades ante la Virgen. Primero Almonte. Después el resto en orden antigüedad, Jerez, El Puerto de Santa María, Puerto Real, La Línea, Cádiz, Arcos y San Fernando. Un día especial en la aldea.

La Voz Digital

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