20 de agosto de 2008

Almonte se postra ante su Patrona 195 años después del milagro


Dicen que es bueno mantener las tradiciones y que es de sabios ser agradecido. Pues bien, los almonteños han hecho suyo ambos dichos populares, ya que celebran el Rocío Chico desde hace 195 años en agradecimiento a su Patrona por salvarle la vida al pueblo de Almonte cuando las tropas napoleónicas amenazaron con ejecutar a todos los vecinos allá por el año 1813. Así comenzó todo, cuando a raíz de la marcha de las tropas de Napoleón del territorio municipal después de que sus habitantes encomendaran su vida a la Virgen del Rocío, todos los agentes del lugar, sociales y religiosos, prometieron agradecerle cada año el milagro obrado por Ella, celebrando una eucaristía en su honor. Y así lo han hecho todos los años hasta hoy. Éste es el origen del Rocío Chico que en la mañana de ayer lo celebraron como el primer día.

Aunque estaba previsto que la eucaristía comenzara a las diez de la mañana del día de ayer, eran las nueve y media y muchos ya tomaban posiciones en los lugares más cercanos a la Blanca Paloma. En tan sólo veinte minutos, la ermita quedó abarrotada, sobre todo, de almonteños. Poco después de las diez de la mañana, el obispo de Huelva, monseñor José Vilaplana Blasco, que fue el encargado de oficiar la misa, entró en el santuario rociero acompañado de José Muñoz, párroco de Almonte y capellán de la ermita rociera.

Frente a su Patrona y rodeando el altar, la representación de la Hermandad Matriz de Almonte a la izquierda, y el alcalde y concejales del Ayuntamiento de la localidad a la derecha, recibieron al obispo y al párroco.

En el marco de la eucaristía se reservaron unos minutos para la lectura de la historia que da origen al Rocío Chico en palabras del secretario de la Matriz, Manuel Padilla. Algunos de los presentes no conocían los hechos, otros escucharon emocionados y asintieron cuando el vicepresidente, Juan Ignacio Reales destacó que "hoy renovamos esa promesa, 195 años después".

Aunque alrededor de la ermita revoloteaban muchos turistas a los que se les escuchaba acento del norte, docenas de rocieros no pararon de entrar en la ermita durante toda la celebración, miraban a la Virgen que presidía la ceremonia desde su altar dorado y escucharon las palabras del obispo de Huelva que recordó constantemente el milagro que da origen al Rocío Chico y manifestó su deseo: "que el Rocío Chico sirva para reforzar la presencia de Dios en nosotros en una sociedad que se está olvidando de Dios". En torno a las 11.00 h., muchos esperaban a las puertas de la ermita la salida de la procesión. Entre los cánticos que entonaban los fieles, el obispo de Huelva, bajo palio, bendijo a los presentes con el Santísimo que portaba en la Custodia. A su paso, todos se asomaron a la calle y abrían sus puertas "para que entre el señor en nuestra casa", decían algunos de los que se emocionaron al ver al obispo de la capital frente a su casa. Con los mejores deseos, monseñor Vilaplana concluyó las celebraciones religiosas, dando paso a la imposición de las medallas a los nuevos hermanos. Setenta fueron los almonteños que la Hermandad Matriz recibió ayer en su seno. Emocionados y orgullosos, todos besaron la medalla antes de que el hermano mayor, Manuel Martín Bardos, se la colgara de su cuello y la enseñaban a sus conocidos como uno de sus mayores tesoros.

Como novedad, este años destaca la cruz alzada que presidió la ceremonia y que la Matriz estrenó en el día de ayer tras haber sido fabricada en un taller de Sevilla.

Fuente: Huelva Informacion

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