22 de mayo de 2007

RAICES GIENNENSES EN ALMONTE (I)

LA SANTA CAPILLA DE SAN ANDRES DISFRUTO DE UN BENEFICIO ECLESIASTICO EN LA VILLA ROCIERA

Hoy que tanta trascendencia tiene en la religiosidad popular de Jaén la devoción a la Virgen del Rocío y que son muchos los jiennenses que van y vienen a la villa de Almonte (Huelva), es oportuno rememorar cierto episodio histórico que nos liga a los jiennenses y de forma especial a la Santa Capilla de San Andrés, con tan renombrado enclave rociero.

El venerable D. Gutierre González Doncel ( 1.527), fundador de la Noble Cofradía de la Limpia Concepción de Nuestra Señora, sita en la iglesia de San Andrés desde el año de 1.515, fue clérigo que al uso de su tiempo acumuló en su persona muy diversos beneficios eclesiásticos. Con ellos, los Pontífices quisieron patentizar su reconocimiento y gratitud a quien tan fielmente les servía en la Curia Romana.

No fue éste un caso único y novedoso, pues en aquellos tiempos era norma común que los clérigos recibiesen de forma graciable algunos benéficos eclesiásticos que generaban sólidas rentas, aunque estuviesen muy distantes de su lugar de ejercicio y residencia. D. Gutierre González Doncel, hombre influyente en Roma como Tesorero de Su Santidad, gozó de beneficios en las parroquias de San Pedro y San Andrés, de Jaén; en Santisteban del Puerto; en Sabiote; en Villargordo; El Cañaveral (diócesis de Córdoba) y en Almonte, a la sazón diócesis de Sevilla, ya que en el siglo XVI no existía la diócesis de Huelva. Uno de los primeros recibidos fue precisamente el de Almonte.

El 14 de Septiembre de 1.509, el Papa Julio II (1.443 – 1513), deseando recompensar la fidelidad y servicios de D. Gutierre, le concedió un prestimonio o beneficio eclesiástico anejo a la parroquia de Almonte, lugar dependiente por entonces de la diócesis sevillana, que había quedado vacante por muerte de D. Juan de León, clérigo-notario en la Sede Apostólica. A poco, el 26 de Octubre del mismo año, el juez y ejecutor romano D. Francisco, obispo Concordiense, dictaba una sentencia y provisión al arzobispo de Sevilla para que le diese posesión del beneficio. Los prestimonios, prestameras o porción prestimonial, que de todas estas formas se denominaban, eran un estipendio o pensión económica procedente de las rentas eclesiásticas, que se daba graciablemente a quien se formaba para sacerdote o militaba activamente en el servicio de la Iglesia. De acuerdo con el consejo de San Pablo –“quien al altar sirve, del altar ha de comer”- tenía plena vigencia el precepto de “pagar diezmos y primicias a la Santa Madre Iglesia” y eso generaba un cuantioso patrimonio económico con el que atendían las necesidades materiales de la Iglesia y sus ministros.

Dentro de este esquema administrativo y temporal, surgieron las prestameras, una figura jurídico-económica hoy en desuso, que con el paso del tiempo degeneró por culpa de la humana ambición. La prestamera que D. Gutierre González Doncel gozó en la parroquia de Almonte, la agregó luego a su fundación de la Santa Capilla y Noble Cofradía de la Limpia Concepción de Nuestra Señora, que durante muchísimos años se lucraría con sus saneadas rentas. Por razón de su lejana localización, la Santa Capilla solía delegar en un procurador-administrador, generalmente residente en Sevilla, el control y gestión de esta renta. Como la misma se pagaba en trigo, el procurador-administrador velaba por su oportuna liquidación. Anualmente, el Ilustre Gobierno de la Santa Capilla cuando lo consideraba oportuno, en razón a la cotización mas favorable del precio del trigo, ordenaba la venta del “trigo de Almonte” y la remisión a Jaén del importe a que ascendía la operación, dinero que se ingresaba en las arcas de las Santa Capilla y por el que había de pagarse periódicamente un impuesto o “annata” a la Cámara Apostólica para que el privilegio se mantuviese vigente.

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